23 de mayo del 2010. Rosario
Central, escuadra argentina, disputa la permanencia en la categoría máxima del
fútbol gaucho. El resultado 3-0 en contra. El culpable para los 40 mil hinchas
presentes, solo uno, Hernán Galíndez. Es
el momento más doloroso de mi carrera, no hay un día que no deje de pensar en
ese instante. Son las primeras palabras del arquero que actualmente juega
para Universidad Católica, equipo quiteño.
Dos horas de entrenamiento. Las
risas el factor principal del argentino. Cada balón o como diría Carlos Efraín
Machado, cada encuentro con la bendita, demuestra que el golero tiene actitud y
aptitud para ocupar ese puesto. Sin embargo, al ser consultado acerca de ese
momento específico en su pasado, la primera gota de sudor recorre por su
rostro. Su mirada que demostraba seguridad se convierte en la de un niño cuando
es castigado por su madre. Sus manos empiezan a temblar, sí esas manos que dan
solvencia al arco, en ese momento eran presa fácil del trágico pasado.
El balón lo seguía a cada
instante. Respiraba, sentía, vivía el fútbol. A los 10 años formó parte de las
divisiones inferiores del equipo canalla, denominado así por su enemigo de
patio Newell´s Old Boys. Me vieron atajar
en un club de barrio y me preguntaron si quería jugar en Central, ese era mi
sueño, siempre tuve el apoyo de mis padres y abuelos tanto en lo económico como
en lo moral, eso es importante. Menciona Hernán mientras levanta la cabeza
de vez en cuando al observar que estudiantes de la Facultad de Comunicación
Social ponen celulares y grabadoras para respaldar la entrevista.
Debutó a los 21 años contra
Racing en el 2008. ¿Qué tal te fue? Lo primero que se le ocurre al
entrevistador. Hernán regresa a observar a la cancha. El motivo, Diego Benítez
su compañero le lanza bromas durante la entrevista. Ríe y responde. Obviamente tenía muchos nervios, en mi
posición no hay como equivocarse y si sucede eso, termina en gol la jugada. Los
estudiantes llegan en mayor cantidad y el que hace de periodista empieza a
sentir el nerviosismo que el portero sintió hace años.
Pasó por Quilmes luego de
disputar 27 encuentros con la camiseta de sus amores. Hugo Tocalli, Pablo
Contreras, Miguel Ángel Russo son algunos de los técnicos que marcaron la vida
futbolística de Hernan Galíndez, quién a principios del 2012, llegó a Ecuador
para defender el arco del Trencito Azul como es denominado el conjunto que
entrena en el Complejo de La Armenia. Vine
acá por el progreso del fútbol ecuatoriano, lo que ha hecho Liga de Quito en el
ámbito internacional demuestra el buen fútbol que existe en Ecuador.
A su llegada no tardó en que la
hinchada fiel de Universidad Católica lo admire por su desempeño en el gramado
de juego. Es un honor trabajar con
Galíndez, por su calidad humana y profesionalismo. Nos da la pauta para que un
partido se dé de buena manera. Dice Manuel Villegas, preparador de arqueros
de Católica.
Las preguntas siguen y Hernán se
muestra confiado, atrás quedaron los minutos en los que las consultas del
entrevistador lo ponían a recordar malos episodios. Alza el brazo izquierdo y
se puede observar el tatuaje dedicado a su esposa. Me casé en junio del año pasado, nos conocíamos desde que jugaba en las
inferiores de Rosario. Ella me ayuda en esta carrera tan difícil, el tatuaje es
producto del amor. Su voz se quiebra de la emoción al decir las últimas
palabras acerca de su matrimonio. Sus
ojos lagrimean pero la entrevista debe seguir.
Enseguida llegan a la mente del
entrevistador las palabras del director técnico de la misma institución, Jorge
Célico, quien mencionaba que en la vida no se puede tener dos amores. Es el
fútbol y nada más, entre risas comentaba el estratega. Pero Galíndez demuestra
que su esposa al igual que su familia son vitales para poder seguir con la
profesión de futbolista. Es difícil estar
fuera del país, mi familia y mi esposa precisamente me ayudan día a día para
que mi desempeño sea el mejor.
Ahora su equipo está a punto de
alcanzar el ansiado ascenso a la serie de privilegio del fútbol ecuatoriano. Y
esto se debe en parte a la capacidad del argentino. Hernán es el mejor golero del fútbol ecuatoriano. Dice Facundo
Martínez, capitán de la Chatolei, además de destacar las virtudes de Galíndez
fuera de las canchas.
Carlos Ortíz, arquero suplente del equipo quiteño, menciona que Hernán es un excelente compañero y gran profesional. Me enseño a ser mejor cada día, le agradezco poruqe yo estoy aquí desde hace tres años y nadie me apoyó, el ha sido el único.
El portero tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Esa es la definición de eduardo Galeano en su libro El Fútbol a Sol y Sombra. Esa misma definición que cabe perfectamente para el golero que tiene en sus manos la responsabilidad de la Católica. Las preguntas concluyen y el entrevistado se vuelve víctima, esta vez del acoso de los estudiantes que buscan plasmar en imágenes la visita al argentino.